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7/7/2014

jueves, 1 de septiembre de 2011

Dulce Compañía ;)


Una vez tuve la suerte de poder viajar a un lugar en el que prácticamente las cosas eran como a mí me gustan que sean. Recuerdo muy bien desde el principio hasta el final de este viaje. Consigo recordar que me encontraba en un sitio, donde en todo momento abundaba la alegría, y rebosaba la felicidad. Por allí había fuentes de sentimientos alegres, y de los balcones, caía armonía a la calle. En el gran salón, había una lámpara que me dejó maravillado; desprendía unos rayos de luz, que a cualquiera que éstos iluminasen, quedarían cubiertos de locura y diversión, de optimismo. Pero éste lugar, guardaba un gran secreto. Subí por las grandes escaleras, aún así sin saber lo que me podría encontrar. Tenía bastante miedo, para que os voy a engañar. Pude comprobar que al final de ésta escalera, había una gran puerta. Era una puerta algo extraña; brillaba, parecía ser de oro.. ¡era algo rara!, es como si.. ¡la puerta me estuviera llamando! Tenía bastante claro que no iba a entrar, pero de repente, escuché un ruido repetitivo que imitaba los latidos que produce un buen corazón. Pensé que.. tal lugar cómo este debía de tener como dueño un gran corazón. Me equivoqué. Me daba mucho miedo ese ruido, y decidí esconderme tras la puerta, a pesar de que si no hubiese sido por lo asustado que estaba, jamás hubiera cruzado aquella puerta. Pero ya había entrado, era demasiado tarde. Encontré una habitación que parecía interminable. Estaba llena de momentos, de recuerdos, de felicidad, de lágrimas, de aventuras, de días inolvidables, de alegría y de amistad, pero lo que mejor pude ver, es que había amor para dar y regalar, aunque siempre tuve muy claro, que el amor está demasiado caro para ir regalándolo. De repente, aparece entre todos los buenos chismes de ésta habitación, un ángel, o .. por qué no, una ángel. ¿Una ángel? ¡Pues sí, una ángel!. Estaba guapísima. Pelo moreno a lo salvaje, de cara muy fina y guapísima a la vez, con un cuerpo que tenía que.. ¡que cuerpo! Pero lo que más me gustó de ella, es que tenía un culazo.. Se me acercó, pero me dio un poco de miedo. Me dio la mano, y hasta hoy, aún no me la ha soltado. Me dijo al oído, que si los dos queríamos, podríamos hacer que cualquier día un viaje a las estrellas no pareciera tan imposible. De hecho, creo que eso es poco. Tuvo el ángel un pequeño imprevisto, y se tuvo que ir. Para siempre, visitaré a mi ángel muy a menudo, pues mi ángel siempre está conmigo, aunque no pueda verla.

Había una vez un lugar en el que todo el mundo era feliz. Cualquier persona que estuviera alrededor de ese lugar, era inmediatamente muy feliz. Claro está que éste lugar pertenecía a mi angelilla. Como os contaba, éste ángel repartía por los que a su alrededor estaban felicidad, alegría, amor, paz, dulzura, confianza, locura, travesura, pero no.. momentos malos. A ella eso, no le hacía ni le hace mucha gracia. Está claro, que.. todo ángel tiene nombre. El mío, se llama Valme Luna (L)

En muchas ocasiones, me has hecho MUY FELIZ. He radiado de alegría contigo. Hoy, con tan mínimo detalle, he querido que la que radies seas tú. Te quiero.

domingo, 28 de agosto de 2011

`` Y lo mejor, es que yo sólo, me voy dando cuenta de lo feliz que soy, con lo poco que tengo ´´


Era sábado por la noche. Como de costumbre, nos reunimos en nuestro lugar de encuentro de cada sábado. Estando allí, pude ver a una señora de unos setenta y pico de años. Vestía bastante bien para la impresión que estaba dando. Tenía una falda roja bonita, que desde lejos parecía aterciopelada, y una rebequilla marrón. Tenía buen aspecto, la verdad. Me quedé mirándola, o nos quedamos mirándola, porque andaba con unos aires algo sospechosos. Ella, muy contenta, se dirigía con dos bolsas de basura de las grandes, una en cada mano. Sorprendido me quedé cuando la veo, a las diez de la noche, buscando en un contenedor comida para supongo que.. una cena de sábado por la noche. Tanto yo, como los allí presentes, pudimos contemplar aquella impactante (diría yo) imagen. Para no variar, alguien saltó con la gracia, y me hizo dejar el tema apartado.

La verdad es que no consigo olvidar a aquella mujer. No sé dónde se dirigiría después de aquella lucha por la supervivencia. Es hoy, después del descanso de ayer, cuando uno se da cuenta de que pronto volverá a la monotonía, cuando uno se pone a pensar en sus propios actos. Y es que no consigo olvidar a aquella señora, de si tendrá familia, de si tendrá que hacer eso todas las noches, de cómo estará, su salud, si tendrá un lugar para vivir. Me preocupa encontrármela por la calle, y que me recuerde a semejante escena. Creo que, es durísimo sentirse en una situación como ésa. A veces, me gusta cerrar los ojos y pensar que no hay nada ni nadie a mi alrededor. Me llevo a mí mismo a mundos desconocidos. Ayer, volé a una ciudad dónde no podría comer, ni tenía dinero, no podía mantener a mi futura familia, pensé que para comer, tendría que robar, que mis seres queridos pasarían hambre, y que en invierno me tendría que bañar en la calle con agua fría, y no tendría un lugar para estudiar, sólo me quedaría una vida honrada, poco valorada. Y es que cada vez que hago esto, me doy cuenta de todo lo que quiero a todo aquello o aquel al que tengo.

Pero.. me fastidia mucho pensar que hay seres que no pueden sentir lo mismo que yo. Seres que han nacido para encontrar la felicidad permanente, que tienen una vida muy privilegiada, que no sienten ni padecen tristeza a causa de los caprichos, de los antojos. Me encanta reunir dinero, y ser feliz después cuando lo gasto en pequeños detalles, no siempre para mí, que tanto trabajo me han costado conseguir. ¿Trae el dinero la felicidad? A mí sí, pero sólo cuando es en pequeñas cantidades, y lo he conseguido yo. ¿Acaso no se es feliz cuando se tiene poco dinero que vas consiguiendo de tu familia, y te compras un capricho? Creo que, si tanto tuviera, no me faltarían caprichos. Soy un caprichoso, los caprichos son parte de mi vida, no me pueden faltar en ella. Y claro está que, todos los caprichos no se pueden comprar. Valoro lo que tengo, y a quién me tiene. Y lo mejor, es que yo sólo, me voy dando cuenta de lo feliz que soy, con lo poco que tengo.