Erase una vez una pata que vivía en una ciudad en la que todos, o la mayoría de sus habitantes, eran animalejos. Cierta pata, destacaba porque no podía mantener guardado ningún secreto, sino que cualquier noticia que llegaba a sus oídos, era contada a toda la ciudad por este hablador animal.Quizás, debería de haberos ya dicho que nuestra pata era gris, tenía un pico con una forma muy extraña, los ojos muy pequeños, y cojeaba de una pata. Debido a esta agradable descripción, llevaba la pata un buen puñado de años sin compañía de un patito. Además, la pata no estaba muy bien vista por el resto de los demás habitantes. Un día, fue a comprar trigo para comer a la tienda. Nuestra pata puso de vuelta y media a la familia de las orugas de aquel humilde pueblo, llamó peludo a los leones, ridículas a las cebras, feos a los monos, estúpidas y presumidas a las ratas, asquerosos a los cerdos, y por último, hizo un buen reparto a la pobre gata de la ciudad, la cual lo escuchó todo, porque estaba detrás de una pila de cajones llenos de trigo. Ignorante la pata, que no se dio cuenta de que la gata había escuchado toda la crítica. Rabiosa, la gata contó al pueblo todo lo que había escuchado en aquel recinto; buscó a los monos, llamó a los cerdos, mandó mensajes a las ratas, e incluso nadó el Océano Pacífico para encontrarse con los leones y redactar la crítica que la pata había hecho. De tal forma, el malicioso comentario se extendió por la ciudad de los animales, y por parte de la de los humanos. Estaba claro, que muy pronto llegaría la venganza. Al día siguiente, toda la población había colgado carteles en sus casas, y gritaba por las calles a viva voz, lo feo, horrorosa, estúpida e inaguantable que era la pata de esta ciudad. Llegó indudablemente la noticia a los oídos de la fea pata. No pudo aguantar el malvado animal toda aquella situación, y decidió abandonar sin pensar que si abandonaba perdía, pero bueno. Al cabo de muy poco tiempo, la pata acabó enlatada en una lata.
Son muchas las ocasiones, en las que los que más hablan son los que más tienen que callar. Tan cierto como la vida propia.
Buen fin de semana :)
