Último tren a primera

Y el final superó al principio

El final toma su fin. Las cosa ya no son como antes. Todo es a la inversa. Ya nunca volveremos a ser de tercero, claro, los más flojos, os quedaréis repitiendo, si es que no puede ser. Se pone fin a otro año más en la historia del JRM. Un año que, mi clase ien lo sabe, ha traído sorpresas y sorpresones, y eso que lo mejor está aún por llegar. En estos ultimos días, y debéis de reconocerlos, todos estamos más tristes que antes. Abandonamos a los nuestros, y eso, como todos sabes, duele. Tenéis que saber que Maribel, a la que doy mil gracias, ha creado un blog para que todos podamos comunicarnos desde cualquir punto. Compis, para acceder al blog de nuestra clase, pinchad aquí. Yo espero, que hayáis vivido este año como lo he vivido yo. Y por cierto, que en años próximos, aunque no estemos en la misma clase, algunos seréis mis compañeros toda la vida. Un enorme aplauso para todo el equipo del profesorado, alumnos, equipo directivo y padres, y sobre todo para los más importantes, para mis amigos, mi clase. Os quiero clase.

Tú en mí siempre

Quizás, el recuerdo pueda conmigo. Siempre reconocí que ante momentos con tensión, se me va la sonrisa. Tuve suerte aquel día. ¿Saben? Conocí yo a una profesora tan normal como a otras cualquiera. Normal. Me gustó demasiado, de hecho me encantó. Me enamoré de su forma de ser, de su pasión por sus alumnos, de sus ganas de enseñar, y sobre todo, me enamoré de su forma de ser. Aún la recuerdo como hasta hace meses. Aunque ya lo daba todo por olvidado, no se quiere más a una maestra como la he querido yo, hasta que no te pasa algo, y esta maestra se vuelva contigo, te ayuda, sientes protección con ella, la llegas a querer. Con mis amigos, tres cuartos de lo mismo. Nunca ha acogido mal a cualquiera de mis acompañantes. Por eso, he de sentirme orgulloso de haberla conocido. De sentirme afortunado. Nunca dejen pasar la oportunidad de hacerse amigo de un profesor, es igual que cualquiera. Profe, nunca había pasado un mal rato contigo como el que pasé hoy cuando leí la dedicatoria que me escribiste. Una pequeña lágrima, una sonrisa de oreja a oreja. Y es que siempre me alegraré de haberte conocido. ¿Sabes? Aunque ya no me des clase, tú también seguirás siendo mi profe, al igual que yo tu alumno. Hay profesores que marcan continuamente la vida, y son excepcionalmente inolvidabes. A eso los elijo yo. Te quiero profe.