Que la vida está echa de este tiempo, y el tiempo no espera a nadie. Pasó una eternidad hasta que al fin pude comprender el significado de éstas palabras. Ahora que al fin me doy cuenta, sé que puedo obtener mis propias conclusiones. No es fácil tomar decisiones, pero ésta es la mía:
He aprendido a ser como me plazca en cada momento para que yo sólo yo pueda entenderme. Me encanta este argumento de vida. Es más, lo amo. Me da corage de la gente que tiene visiones negativas acerca de la sociedad que nos rodea. Nadie dijo que ésto de vivir fuera fácil. Afortunadamente, he tenido mucha suerte. Suerte por tenéros ahí, siempre y cuando os he necesitado, y os sigo necesitando. Me satisface pensar que puede contar con los míos para lo que quiera. Probablemente de pocos de vosotros saldrá voluntad para leer esta entrada. Sóis realmente una mancha de flojos. Pero aún así, siempre sé que a tí jamás se te resistirá uno de mis argumentos, por lo que esta entrada, va dedicada especialmente a tí. Porque sentiste que las cosas cambiaban, y te prometí que nada iba a cambiar. Y hasta el momento, quiero creer que nada ha cambiado. En fin, agradecerte que te tengo como objeto especial, y que cada segundo a tu lado quedará atesorado en lo más profundo de mi corazón. Jardín de felicidad. Te quiero. Y recuerda, porque te hace falta que te lo recuerde, que el tiempo jamás espera a nadie. Yo puedo esperar a quien haga falta.
PD. Después de todas mis ilusiones por poder disfrutar de los Remedios, recuerdo que aquel día nos plantamos en la puerta de la iglesia, nos mantuvieron allí una media horilla, y nos comunicaron que la estación de penitencia se había cancelado. Me quedé con las ganas. En fin, el tiempo no espera a nadie. Y por cierto, desde aquí, de nuevo: Salud y suerte, y que el año que viene, esa vez sí, pueda verte.
