La crisis por llegar (II)

Nos encontramos frente a un pueblo cuyo nombre no recuerdo, en el que su protagonista es un bebé de 1 mes, y una madre de años largos, que por no variar, tampoco recuerdo, aunque no importa. Podría afirmar con total seguridad, de que hablamos de un pueblo de Andalucía. Ahí me quedo. El caso, es que asiste una madre con su niño de treinta y pico días a la consulta del médico, porque el niño lloraba continuamente. Aparece una señorita de blanco, conocida como enfermera. Poco después, tras un análisis muy breve al bebé, da su diagnostico. El niño, supuestamente, tenía un cólico. Claro, como no, receta contra el cólico; ´´Señora, déle usted a su hijo unas gotas de manzanila, y después de dos cucharaditas, su hijo estará como nuevo``. Vuelva usted mañana, si los resultados no varían. Pasó un día. Dos. El niño mejoró. Tres. Cuatro. El niño empeoró, bastante. Demasiado. Aquella señorita de blanco se había equivocado. Nada de cólico. Una enfermedad, de cuyo nombre no me acuerdo. Claro, era ya muy tarde. Y ahora a la madre, dos opciones; Uno, intentar salvar al niño, de manera de que si se salva, se quedará como un vegetal, pues peor. Dos, apagar al niño, desconectarlo de las máquinas y que se apague poco a poco. ¿Y ahora qué? Es su hijo. Le duele. ¡No es justo! ¿Para eso esos elevados suelos? ¿Dónde está la seguridad que antes había? ¡Qué vergüenza..!