Nadie se compara a ella, y que nadie lo intente, pues nadie podrá conseguirlo. No es por nada, sino que ella es única. Sé que nadie llegará a quererme como ella me quiere, cosa que me hace feliz. Y tendría mil razones para enfadarse conmigo, ya que he perdido la cuenta de las veces que le he fallado, o me he quedado en la calle hasta las tantas mientras ella se preocupaba, o veces en las que me propuesto a enfadarla y lo he conseguido. Es por ello que su paciencia inimitable y su pasión por quererme hace que cada día la quiera más que el día anterior. Porque me entiende en todo, y conoce todas mis caras. Es por ello que con una sola mirada sabe lo que me pasa y lo que no. Y no sólo destaca en esto, ella es demasiado especial para mí, y sé que pese a todos mis errores, y todo lo que le hago pasar y las veces que hago que se enfade sin razones, siempre será la persona que más me quiera en el mundo. Porque tengo ilusión por ella. Porque nunca me falla. Porque nunca me ha fallado hasta hoy en día, y confío en ella, sé que nunca fallará. Porque soy su luz, y ella ilumina mi camino, mientras yo ilumino su vida. Y que vale, que para cada uno su madre será la mejor, pero mi madre es demasiado especial para mí. No me doy cuenta de que no me porto con ella como debería, y esas son las cosas que hoy en día, a mi cierta edad, la quiera como nunca la he querido. Difícil es pensar en lo que significa la palabra madre hasta que uno no se pone a pensar en ella. Demasiado grande para mí, muy pequeño para ella. ¡Te quiero Mamá!
